miércoles, 26 de junio de 2013

Apple under the tree

De tal palo tal astilla. De casta le viene al galgo. Lo que se hereda no se roba. La sangre es más espesa que la morcilla. La manzana nunca cae lejos del árbol... Y otras tropecientas formas de decir lo mismo, que tenemos que tener ojo con la música que ponemos delante de nuestro hijo, por supuesto.


El que usaba era más viejo aun, no existía la fotografía aun de hecho.

Esta increíble revelación me vino recientemente. Estaba escuchando al grandísimo Sleppy LaBeef, el tipo es un genio del rockabilly con una voz increíble. La cuestión es que me costó horrores encontrar discos suyos y yo no entendía nada. Joder, para mi es enorme, ¿¡como puede ser que la gente en general lo haya olvidado de esta manera!? Entonces me dí cuenta, ¿conocería yo a este cowboy bonachón de no ser por mi padre? Me acuerdo como si fuera ayer de escuchar la vieja cinta de Sleppy en el (más viejo aun) walkman de mi padre, cuando no llegaba aun a los dos dígitos de edad.

Bueno, una cosa llevó a otra y lo cierto es que me paré a pensar en algo que nunca había pensado: ¿cuanto me ha influido la música que oía en casa? Pues bueno, parece que bastante. Os parecerá raro que nunca me hubiera planteado esto pero es que coño, ¡no conocéis a mis padres! Están tan lejos de rockeros como se puede estar. Hasta que te paras a pensar en la música.

La más alejada es mi madre, sin duda, pero le tocó vivir una época en la que si querías ser una chica moderna tocaba escuchar a los Beatles y a Elvis. Mi padre por otro lado, no conoce bien la modernidad (por lo menos la de mi época), en cambio sabe de buena música. Cientos de kilómetros de los de antes, de los que tardabas 7 o 8 horas en bajar de Madrid a Málaga, escuchando a Triana. Recopilatorios de los Dire Straits por su cumpleaños.

Claro, es que ahora, muuuuuuchos años después, se para uno a pensar y dice "joder, como no me va a gustar Medina Azahara si he mamao más Triana que biberones". No es que se te vaya a pegar todo y te vaya a gustar exactamente lo mismo que a tus padres, el tiempo, la separación generacional, la personalidad de cada uno... todo influye y marca diferencias. Aun así, estoy seguro de que crecer oyendo buena música solo puede tener un efecto positivo.

¡Ay! Pobres de los que crezcan escuchando reguetón, pobres de los que nunca escuchen algo más profundo que Europa FM o los 40. Yo particularmente pondré a algún futuro miniyo mis vinilos desde que salga del bombo. Así si se va por el mal camino podré decir el famoso "Dios mio! ¿¡En que me he equivocado yo que te he acunado con B.B. y SlowHand!?" y echarle la culpa a las drogas, la televisión, sus amigotes y su madre si fuera necesario (y no estuviera ella cerca).

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