Concept violators!

Es viernes, llego muerto de toda la semana y ¿que me apetece? Púes sacar la mano del bofetón!! Así que hoy vamos a dejar un poco de lado la música, el cine, etc. y voy a contaros algo sobre un fenómeno creciente y que, a muchos, os sorprenderá que odie con todas mis fuerzas.

¿Por qué llamaría a esta entrada "Violadores de conceptos"? Pues eso lo vais a entender muy fácil. Imaginaros un parque de atracciones, todo diversión y felicidad y unicornios rosas y así. Entonces mañana vais a un parque de atracciones y esperáis exactamente eso. Pagáis vuestros buenos 25€ en la puerta y al entrar, nada, todo vacío y un solo tipo de 2 metros que os calza con el canto de un remo en la boca, ¡ZAS! Vuestro concepto de parque de atracciones acaba de ser violado.

Pensaréis que vaya gilipollez y es verdad. Pero viene a cuento. Cada mañana camino un buen trecho hasta el trabajo. Durante ese camino puedo ver de todo y, debido a la zona del trabajo y sobretodo su contraste con las zonas que suelo regentar, me parece todo como andar por el mundo de Oz. Raro e incomprensible, pero en el fondo, curioso. Mujeres que pasean cuatro chuchos exactos como calcomanias unos de otros. Ancianas que necesitan ayudan para bajar del portal, pero no para subirse al Mercedes. Niños con trajes para ir al colegio mejores que toda mi ropa junta. Y así un largo etc. En cualquier caso, como decía, son solo cosas de un universo paralelo, tan confusas que casi rozan la diversión.

Entre la ya comentada amalgama de comportamientos excéntricos hay uno, solo uno, que no tolero: gente en Harleys con sus trajes camino del trabajo. "Oooooh!!" (exclamación de sorpresa), lo se, lo se, ¿quien iba a pensar que no toleraría algo así? En fin, al fin y al cabo, adoro esas motos y las quiero hasta en la sopa. Pues bien, como buen amante de las Harleys, estas motos no son solo máquinas para mi, son la jodida metáfora física de la libertad, y siendo así fue como se hicieron grandes. Una moto es un vehículo de dos ruedas que te lleva y te trae, y si puede ser gastando menos gasolina que un coche. Una Harley es un par de alas que te da la libertad de escaparte un viernes a hacer kilómetros y disfrutar del aire, el paisaje y el sonido más dulce del mundo: su escape. El "concepto" de tener una Harley es el de engancharte una mochila a la espalda (o en su defecto a tu pareja) y olvidarte de lo demás. Esta gente, con sus trajes, y sus zapatitos, y sus bufanditas color borgoña... ¡no son más que violadores de conceptos! Asociando la idea de montar su burra con tooooda la libertad que te da ir al trabajo un lunes a las 7:30 de la mañana. Es como ir al parque de atracciones a recibir un palazo en la boca. Me los puedo imaginar el sábado por la mañana "-Cariño, vamos a hacer kilómetros, a sentir el aire. Que esta semana solo le he hecho 100km de semáforo en semáforo a la moto." "- Pues mira no Pepe. Nos vamos con el todoterreno a hacer la compra y no rechistes." Claro Pepe, si es que te lo has ganado. Que me dijeras que trabajas en un taller, dándole a las llaves de carraca y los soldadores, pues si claro, coge tu Harley cada día ¡disfrútala tu que puedes! Pero ¿para ir a la oficina a pasar 10 horas entre cuatro paredes? Ah no chico, ¡eso es una violación del concepto!

Con este tema quiero dejar clara mi regla básica. Esta regla la aplico por lo que ya he explicado y por un poco de sentido de la estética (que tampoco esta mal tenerlo ¡joe!): con traje en Harley, maaaaal, con vaqueros y chupa en Harley, bieeeeen. Como Marlon Brando en "Salvaje", bieeeeen, como Al Paccino en "El Padrino", maaaaaaaal.

Imagen ilustrativa ejemplar.

En el lado opuesto (siempre hay uno) tenemos la idea de "tengo mi Harley y quiero disfrutarla todos los días". Bien, cada uno que piense como quiera, pero como este es mi blog, y yo creo que lo único que hacéis es violar la idea de la moto, no queda más que dedicales el bofetón del día. Con mucho cariño y respeto claro :)

Y por favor, no me odies por mis opiniones, siempre las digo con cariño, soy un tipejo comprensivo y transigente. En cualquier caso, culpar a la sociedad que me ha hecho así.